Dos pequeños países del Caribe, Trinidad y Tobago y San Cristóbal y Nieves, han notificado en la última semana la aparición en sus costas de dos cayucos con una veintena de cadáveres de inmigrantes africanos a bordo, lo mismo que hizo en agosto la República Dominicana y, en abril, también Brasil.
La repetición de este tipo de hallazgos (cuatro concentrados en menos de un año) y el hecho de que a bordo de tres de esas barcas se encontraran documentos de identidad y tarjetas telefónicas de compañías de Mali o Mauritania han ayudado a que las policías de esos países ubiquen bien este tipo de sucesos como parte del saldo de víctimas que viene generando la Ruta Canaria desde hace años.
Porque embarcaciones con cuerpos casi reducidos a esqueletos han aparecido de forma repetida en las costas de América en las dos últimas décadas, pero las policías de esos países no siempre las han relacionado con las migraciones africanas, ya que cuesta imaginar que un bote de pesca cruce todo un océano a la deriva, que una tragedia descubierta en el Caribe haya comenzado 5.000 kilómetros al este.
¿Cuántos cayucos se pierden en el Atlántico cada año?
No hay cifras oficiales: el trasiego de personas por la Ruta Canaria es por definición, por su propio carácter clandestino, un fenómeno en el que no hay listas de embarque, sino solo de supervivientes.
De hecho, el programa de ‘Migrantes Desaparecidos’ de Naciones Unidas no los incluye en el saldo de víctimas de la Ruta Atlántica que publica cada año, porque no hay cadáveres ni supervivientes que atestigüen lo ocurrido. La ONU sabe que esas tragedias suceden y las cataloga entre los «naufragios silenciosos» que le hacen reconocer que su recuento de víctimas (1.808 desde 2014) solo es «un mínimo».
Las aldeas de África recopilan listas de desaparecidos
Sin embargo, sí hay cada vez más pequeñas comunidades y municipios en Mali, Mauritania, Senegal, Guinea o Gambia donde los alcaldes o las familias se organizan para recopilar listas de desaparecidos, en algunos casos con decenas de jóvenes perdidos en aldeas minúsculas.
De esas listas y de su contacto directo con las personas que emigran se nutren organizaciones sociales como Caminando Fronteras para defender en su informe anual que la Ruta Canaria se cobró 9.757 víctimas en 2024, un balance que multiplica por 14 veces el ofrecido para ese mismo ejercicio por Naciones Unidas (696).
En el informe de esa ONG española se puede leer que 131 embarcaciones se perdieron el año pasado en el Atlántico sin dejar rastro con todos sus ocupantes, con seguridad más de un millar, ya que los cayucos de Senegal, Mauritania o Gambia suelen partir con entre 70 y 200 personas.
Cuatro de ellos ya han aparecido en Brasil, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves y Trinidad y Tobago, aunque sobre este último será casi imposible averiguar cuál es, dado que se hundió cuando los guardacostas del país lo remolcaban a tierra el pasado 26 de enero.
De cuatro a siete meses a la deriva
La experiencia de los últimos años con este tipo de sucesos indica que un cayuco puede pasar de cuatro a siete meses a la deriva hasta que las corrientes y los Alisios lo empujan a América. El encontrado en Dominicana en agosto había partido de Mauritania en enero.
Nadie sobrevive a una travesía como esa, todos los ocupantes perecen de hambre y sed. Mientras les aguantan las fuerzas, los migrantes van arrojando cuerpos por la borda, así que los cadáveres que se recuperan casi siempre pertenecen a los últimos en morir.
La primera vez que se tuvo conocimiento de una tragedia como esa fue en abril de 2006, en la anterior crisis de los cayucos.
Entonces, el periodista canario Juan Manuel Pardellas publicó en El País que un viejo yate con once cadáveres casi momificados en su interior encontrado en Barbados había salido cuatro meses antes desde Cabo Verde con 48 personas a bordo, todas ellas migrantes.
‘En este gran mar’
Pardellas lo cuenta con detalle en el libro ‘En este gran mar’, publicado en 2024. Y los periodistas brasileños Renata Brito y Felipe Dana documentaron para AP que un cayuco con varios cuerpos recuperado el 28 de mayo de 2021 en Tobago había salido 135 días antes desde África con 43 ocupantes, a la mayoría de los cuales identificaron.
Su reportaje ‘A la deriva’, reconocido el año pasado por Casa África y Efe con el Premio Saliou Traoré de Periodismo, reveló que al menos siete embarcaciones como esa, procedentes de África, habían aparecido en las costas del Caribe y Brasil solo en 2021.
Trabajos como los de Pardellas, Brito y Dana han ayudado a que en América se identifiquen esas barcazas cuando llegan a sus costas. Pero no solo por eso se conocen cada vez más casos, sino también porque salen más cayucos que nunca: la Ruta Canaria ha batido en 2024 y 2023 sus máximos de inmigrantes rescatados, que databan de 2006.
Y casi todos parten con rumbo fijo hacia El Hierro, la isla más alejada del continente. Ello permite a los migrantes adentrarse rápido en aguas internacionales y esquivar las patrullas costeras, pero multiplica los riesgos: perdida la referencia de El Hierro, las posibilidades de que te encuentren y sobrevivas son casi nulas.
NOTA: las imágenes pertenecen a la Agencia Efe (Raimundo Paccó).