Nos llega a la redacción un vídeo que muestra una escena lamentable ocurrida en las últimas horas en Guargacho, en el municipio de Arona.
Un hombre de raza negra, visiblemente alterado, destroza un vehículo estacionado en la vía pública golpeándolo con mancuernas de gimnasio. Mientras rompe los cristales y la carrocería, grita frases como:
“Lo rompo por mi mamá”, “el que se mete conmigo lo mato”, “el que se mete con mi familia lo mato”.
Minutos después acude al lugar la Policía Local. Desde un balcón, el hombre se niega a abrir la puerta e insulta a los agentes, desafiándolos: “Suban sin orden del juez”, “sube y te rompo la cara”.
El incidente no quedó ahí. Horas más tarde —o quizás al día siguiente—, ya de noche, otra secuencia muestra cómo el mismo individuo agrede violentamente a una mujer, aparentemente vecina que le reprochaba su comportamiento. La golpea y la lanza con fuerza al suelo. En ese momento, varios vecinos acuden en su auxilio y se produce un enfrentamiento, en el que el agresor acaba siendo reducido y vapuleado. Finalmente abandona el lugar magullado y desorientado.
Este tipo de episodios generan una enorme preocupación entre los vecinos. Algunos incluso nos preguntan si estos comportamientos pueden tener relación con los mensajes de confrontación racial que se viralizaron hace algunas semanas en Canarias.
El respeto, la convivencia y la seguridad ciudadana no pueden verse amenazados por actitudes violentas de ninguna persona, sea cual sea su origen.
Las instituciones deben actuar con firmeza y la Justicia debe responder ante hechos tan graves.