
Así, con una conversación tan simple conocí el proyecto de PEDALMA, unos ‘locos’ del ciclismo, de la aventura, y de la unión de la gente que disfruta este deporte.
No les voy a engañar, mi último entreno duro pretendí hacerlo con la inscripción a la Vuelta al TEIDE 2024 y aunque dudé si hacerlo hasta casi el último minuto, por lo inmediato en el tiempo del reto de PEDALMA, me inscribí y tuve la mala fortuna de caerme en el descenso del mirador de El Tanque a Garachico. La rabia, la impotencia, el miedo, la desgana unida a la desmotivación fueron mis más fieles acompañantes los siguientes 11 días. ¿Podré ir? ¿Llegaré a tiempo? ¿Lo aguantaré? Esta última era curiosa, porque sin la caída tampoco tenía clara la respuesta, esto hacía que con la caída fuera un imposible. Afortunadamente, no me rompí nada, ahora era cuestión de superar las heridas y ordenar la cabeza y, para ello, nada mejor que volver inmediatamente al lugar del accidente. Ahí empezó para mí la última preparación para el gran reto de ‘Madrid to Barcelona’, unido a dejar que la cabeza asimilara que los entrenos ya estaban hechos y que este era un tiempo de descanso.
Y llegó el día de estar a un minuto de comenzar a dar pedal, como mínimo las próximas 50 horas; muchas cosas por la cabeza, el ambiente, la música, los más de 685 km. con más 7.000 te hacen temblar las piernas. Centrado y concentrado conseguía calmar el corazón
acelerado antes de empezar a rodar. Tenía el cariño de los míos muy cerca y reconozco que eso también ayudaba un montón.
Llegó el momento, suena la campana y hay una vuelta de reconocimiento al polideportivo para inmediatamente salir a rodar por Madrid. El ritmo, alto para todo lo que nos quedaba, al poco tiempo íbamos a una media de cerca de 30km/h., la adrenalina, el no perder grupo y los nervios del inicio hicieron que diera pedal de forma intensa. Finalmente, me dije a mí mismo, esto es muy largo, calma y relax que el objetivo es Barcelona.
Primer Check Point, CIFUENTES, más de 125 km. y algo más de 1.300 positivos, con una media cercana a los 27,5 km/h., hicieron que me sintiera motivado. La rodilla funcionaba y la molestia de la cadera no era intensa, así que me encontraba feliz. La parada no dio para mucho, ya que el siguiente objetivo era NUÉVALOS.
Segundo Check Point, NUÉVALOS. Para mí el lugar más bonito de toda la ruta y mira que vi paisajes muy diferentes a los nuestros y que tenían muchísima belleza, pero este sitio tenía algo especial. Cierto es que llegué a la zona de los acantilados con más luz muy amarilla de las últimas luces del día, pero en general, el lugar era increíble. Quizás, aquí viví uno de los momentos más duros de la carrera, ya que en una subida larga, unos 12 km. la rodilla se me inflamó y pensé, ¡¡¡uff!!! no me va a aguantar el físico, quedan 4 puntos más. Tocó reponer fuerzas, cenar algo sólido para que el cuerpo pudiera seguir trabajando y pensar sin dudar, si parar y dormir o continuar. La cena y el rato de descanso me ayudaron a reponer fuerzas para rodar durante toda la noche. El problema es que íbamos hacia el lugar más frío de la ruta, en la Comunidad Autónoma de Aragón, dirección a Belchite. En esta ocasión estaríamos en el punto más alto con respecto al nivel del mar de todo el recorrido y aprendí a las malas lo que es el Viento del Cierzo, sufriendo quizás las peores condiciones meteorológicas con una sensación térmica por debajo de cero grados. Era tanto el frío que durante un instante paramos dos compañeros y yo en una parada de guaguas para sentarnos juntos. Hacia Belchite disfrutamos de la marcha nocturna de Daroca con un ambiente estupendo y donde aprovechamos para reponer agua, que aunque hace frío y es de noche, no debes olvidar mantenerte hidratado. Ya muy cerca de Belchite empezamos a visualizar el amanecer, un bello y deseado amanecer, ya que los primeros rayos del sol los sentía en mi cara y en mi cuerpo.
Check Point 3, Belchite, quizás el momento más destrozado de todos, aunque el sol ayudaba a encontrar nuevas fuerzas. En este lugar surgió el primer dilema de la grupeta. El lugar de control estaba cerrado y a mi me apetecía seguir para encontrar algún sitio abierto donde desayunar, descansar y entrar en calor, pero el resto de los chicos, Iker y Ramón, querían esperar, descansar allí y, quizás, que el lugar abriera; así que finalmente nos quedamos. Aprovechamos para dormir algo en unas sillas de la terraza del bar, con un frío terrible. A los 50 minutos ya no podía estar más allí; literalmente nos estábamos congelando y ya habíamos dormido unos minutos. Decidí decirles vamos a buscar algún lugar en la ruta y, justo cuando nos íbamos, apareció por allí la dueña de la cafetería, como si la hubiera enviado Dios. Desayunamos, entramos en calor y aproveché para cambiarme de ropa, como si fuera un reset en un nuevo día. Y felices salimos hasta Mequinenza.
Check Point 4, Mequinenza, un lugar muy bonito en el límite de Aragón con Cataluña. En este sitio, el restaurante estaba abierto y pudimos alimentarnos bien, con pasta, y descansar un poco. Yo quería continuar, pero Ramón prefería dormir un buen rato; pactamos una hora de salida entre los tres, pero finalmente se nos hizo un poco más tarde, algo que a mí personalmente me mató un poco. Me enfríe muchísimo y el inicio de este trayecto me costó bastante por rozaduras en el culito…, tanto que no pude seguir el ritmo de los dos en el inicio del trayecto y me quedé solo pensando aquello de que no tenía que haberme enfriado tanto y debería haber salido antes, pero, al mismo tiempo, quitando las quejas de la cabeza y buscando fortaleza mental. No podía creerme que pudiera retirarme por no poder sentarme en el sillín y no por las secuelas de la caída que había tenido 11 días atrás. Finalmente, el cuerpo se fue calentando y encontré un ritmo de locomotor constante. Entre estos puntos estaba el desnivel más duro del recorrido, llegando a alcanzar una rampa el 20%. La rodilla ya no estaba inflamada y funcionó bien, no solo alcanzando a los dos compañeros, sino rebasándolos y continuando hasta Santa Coloma del Queralt con un ritmo alto y eso que el final de este trayecto tenía una rampa continua de 3-4% durante 24 km. Durante este punto siempre rodé solo.
Check Point 5, Santa Coloma del Queralt. No olvidaré jamás la llegada a este lugar. En mi vida he visto tanto trueno y relámpagos juntos y encima llego y marca el Madrid en la final de Champions. Allí estaban mi hermana y mi churri, creo que más nerviosas que yo, que en ese instante y después de la subida que me acababa de pegar tenía un subidón de energía. Brutal, 580 km. y más de 6.300 de desnivel tenía en mi cuerpo. Tenía claro que quería continuar hasta Barcelona no dejando enfriar el cuerpo. Ya casi tenía el reto entre mis dedos.
Check Point 6, Barcelona. En este punto cometí el error de pensar que serían 100 km. fáciles y me di cuenta que cuando llevas más de 580 km., no hay 100 km. fáciles. Algunas carreteras de este punto eran muy estrechas, y después de llover durante toda la noche y de granizar (sí, granizar brutalmente), la carretera era un peligro por hielo, por suciedad y piedras y solo con el haz de los focos, que en mi caso y por el agua tuve problemas en las intensidades. La batería se mojó y no es muy compatible con el agua, y todo esto con truenos permanentes que asustaban y mucho. En esta parte del recorrido me encontré con Augusto, un chaval muy amable que me ayudó un montón compartiendo su iluminación y marcando trazada ya que conocía la zona. Así y todo, me costaba seguir su ritmo en el descenso, me 25 mm no me daban la estabilidad o confianza que él con sus 32, pero quiso esperarme así que siempre le daré las gracias. El me dijo que nada de agradecer, que gracias a animarme a seguir él no sé quedó descansando y siguió hasta Barcelona. Por ese motivo quise que entrara por delante de mí, aunque no me lo permitió y, finalmente, pudimos tocar la campana de PEDALMA juntos, sintiendo una alegría inmensa y la satisfacción de haber conseguido la aventura deportiva de mi vida.
¡Reto PEDALMA conseguido!
Esta publicación era algo pendiente, porque entre la posterior asimilación de todo el esfuerzo, unido a una carga alta de trabajo y muchas actividades de ámbito familiar no había encontrado la ocasión para hacerlo. Hoy PEDALMA ha publicado un documental, del que adjunto link por si te apetece verlo, y me dije a mí mismo de hoy no pasa, así que aquí estoy escribiendo este testamento, probablemente para poder disfrutarlo dentro de unos años (si Dios me lo permite) y contar esta batalla a mis nietos…
Quiero dedicar este reto a mi compañera de vida, a mi mujer Melania Reyes R a la que amo con locura y la que siempre ha creído en mí para conseguirlo.
Quiero dar las gracias a todos los que de una manera u otra me han ayudado, motivado, acompañado y enseñado muchísimas cosas que, sin lugar a dudas, he puesto en práctica durante todos estos kilómetros y horas. Gasté un total de 42 horas largas y en movimiento estuve más de 30 horas, y si me preguntas hoy que si repetirías o harías algo similar, te diré, sin dudarlo un solo instante, ¡¡¡ SÍ, es algo único!!! Así que los que amen este deporte o lo vivan con pasión, en algún momento de sus vidas deberían enfrentarse a un reto de ultradistancia. Este o cualquier otro merecerá la pena; son horas y kilómetros de felicidad y es una felicidad que es duradera en el tiempo. De esas cosas que alegran el alma, que alegran el corazón . Vivan felices, no busquen la felicidad, decidan vivirla, porque seguro que la tienen más cerca de lo que creen…